21/8/19

El psicópata, un depredador al que nadie ve venir [21-8-19]

El psicópata, un depredador al que nadie ve venir

El psicópata, un depredador al que nadie ve venir

Parece que la psicopatía "pesada", la que gusta de mancharse con sangre, está dejando sus marcas con un reguero de hechos conmocionantes para la sociedad. Hurlingham ahora, el anestesista de Palermo, el asesinato de Candela Rodríguez, el encargado Jorge Mangeri? Sin embargo, esta psicopatía no es más que otra de las expresiones de la psicopatía que nadie quiere ver o, al menos, que a muchos les cuesta ver: la psicopatía cotidiana.

El psicópata que está entre nosotros disfrazado de "persona común y corriente". Aterra este concepto, el de que el depredador deambula disimulado entre nosotros y que en algún momento nos hará sufrir o, incluso, nos matará.

Mangeri era un "portero bueno"; el anestesista, un "médico dedicado", el masacrador de Hurlingham un hombre "sin estridencias" de quien incluso su madre dice que "algo le hicieron" para que haya hecho lo que hizo. Parecían comunes, pero hicieron lo que hicieron. Psicópatas disfrazados de normales. Al acecho.

Para evitar el pánico, la población, al enterarse de los asesinatos, califica a sus autores de locos, de enfermos. La mente normal no puede concebir que alguien le pegue un tiro en la panza a una embarazada: tiene que estar loco, no hay otra explicación.

Pero el psicópata, en realidad, no es un loco, ni un enfermo mental: es un distinto, tiene una manera de ser distinta. Tiene un vacío de emociones y de sentimientos, carece de amor, de solidaridad, de empatía. Es frío, calculador, egocéntrico y cosificador. Para él los demás no son personas sino objetos, cosas, utilitarios para sus fines. Con mente de estratega va tras sus objetivos sin importarle las consecuencias sobre los demás.

Nada de esto muestra a quienes lo rodean; al contrario, disfraza este hielo interno con una actuación acorde a lo que le exige el medio para no ser descubierto. Puede simular un gran amor, una gran solidaridad, puede clamar por justicia, puede liderar o parecer un ser simple y bonachón. Es persuasivo, incluso fascinador.

Cuando comete un acto psicopático y los vecinos se enteran no lo pueden creer porque "se comieron" el personaje que les armó el psicópata, nunca lo vieron venir.

Un médico rompiéndole la cara a una pareja en medio de una noche de drogas, un vecino que protagoniza la balacera civil más nutrida de la historia criminal argentina con el consiguiente tendal de muertos, un portero que viola, mata y tira a la basura a una adolescente de su edificio?

En primera instancia se cree que estos hechos son puntuales, reacciones del momento, y sin embargo son finales de procesos. Procesos elaborados en las mentes de estos psicópatas que sólo esperan la oportunidad para descargarse con hechos criminales.

¿Se pudieron prever estos actos? No. Porque la sociedad no quiere aceptar que existen los psicópatas, duerme mientras ellos maquinan sus planes depredadores.

Cuando se imponga el debate necesario y se difundan adecuadamente los conocimientos sobre estos seres, entonces sí la sociedad tomará los recaudos adecuados para evitar su agresividad. Así, la población tendrá la educación necesaria para detectarlos apenas muestren sus rasgos y huir de las penurias a las que sería sometida.


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