5/8/18

Niños psicópatas, ¿realidad o ficción? [5-8-18]

 
Niños psicópatas, ¿realidad o ficción?

Niños psicópatas, ¿realidad o ficción?Para algunos especialistas, utilizar el concepto “psicopatía infantil” es inapropiado y evitan aplicar este término a niños pequeños. Por eso, tienden a hablar de conflictos prácticos y éticos, de dificultades de adaptación, o como mucho, de precursores de trastornos de la personalidad, haciendo hincapié en lo que puede significar para un niño llevar tal etiqueta. Pero la evidencia científica y clínica indica que la mayor parte de las personas diagnosticadas como psicópatas comienzan a manifestar rasgos de personalidad característicos de este trastorno a una edad muy temprana. La psicopatía no surge de repente, sin manifestarse previamente, en la edad adulta. Y las características que la definen algunas veces se muestran ya en los primeros años de vida (Hare, 2003). Y al igual que lo que sucede con la mayoría de los trastornos que son diagnosticados en adultos, la investigación revela que la psicopatía es un síndrome que consiste en un conjunto estable de rasgos de personalidad, actitudes y comportamientos desadaptativos que tienen su origen en la infancia, habiéndose llegado a encontrar síntomas de él en niños de entre 6 y 10 años (Silva, 2009).

Aunque tradicionalmente se ha establecido que las decisiones diagnósticas en relación con los trastornos de personalidad deben ser realizadas en el periodo de la postadolescincia, hay evidencias de que un número de rasgos de personalidad psicopática, si no todo el trastorno, aparece en los primeros años de vida (Lynam, 2002).

Uno de los problemas asociados a este constructo, y que probablemente influya en la renuncia a calificar a niños o adolescentes como personalidad psicopática, es que, en adultos, tiende a confundirse la psicopatía con el trastorno antisocial de la personalidad (TAP), a partir de los 18 años, y en niños y adolescentes (entre los 15 y los 18) se identifica con el trastorno disocial (TD) o el trastorno negativista desafiante (TND). Sin embargo, aunque haya puntos de contacto entre ellos, existen también diferencias en importantes aspectos.

En este sentido, los niños que tienen predisposición a desarrollar una psicopatía adulta se mostrarán más egocéntricos e inflexibles en sus exigencias ante sus padres o el resto de personas. No cederán porque sí, lo harán presionados por una amenaza de castigo, aunque siempre intentarán salirse con la suya. Este egocentrismo se incrementará conforme crezcan.

A causa del destacado interés en su propia persona, estos niños muestran a menudo explosiones coléricas y ataques de rabia. No soportan que les contradigan.  Las emociones innatas o primarias como la sorpresa, la ira, el miedo, la curiosidad, etc. Son evidentes casi desde el nacimiento, y así lo niños más pequeños son capaces de mostrar sus emociones. La ausencia de éstas puede interpretarse como una predisposición al desarrollo de la psicopatía.

Los niños aprenden la empatía a través del proceso de socialización. Los padres y otros adultos hacen que el menor vaya observando de qué modo sus acciones afectan a los demás. No obstante, estos niños parece que tienen muchas dificultades para admitir que los sentimientos ajenos deben tomarse en cuenta. Su falta de empatía es la puerta hacia la crueldad. Pueden torturar a los animales domésticos, y molestar a sus amigos y/o hermanos. Se entiende que, realmente, no les importa lo que les pueda suceder a los demás, incluyendo sus seres “más queridos”.

Desde muy pequeños empiezan a mentir, engañar y manipular. Además, realizan estas conductas con mucha convicción Por otro lado, si en alguna ocasión se les descubre mintiendo, carecen de nerviosismo e incluso pueden llegar a negarlo todo. La mayoría de instrumentos que evalúan la psicopatía consideran la mentira persistente, a lo largo de todo el desarrollo infantil, como un síntoma importante de este constructo.

La adolescencia puede ser un periodo inicial de manifestación de la psicopatía. Durante él, los padres pueden comenzar a comprender que a su hijo le pasa algo, ya que no se comporta como los demás.

Por todo lo explicado anteriormente, no me gustaría terminar sin comentar que, aunque mucha gente se pueda sentir incómoda aplicando la etiqueta diagnóstica de psicópatas a estos jóvenes, no se debe perder de vista la realidad: existe un síndrome con unos rasgos de personalidad y unas características que advierten problemas a largo plazo, independientemente de cómo le llamemos. Los jóvenes con estas características deben tener especial atención por parte de los expertos en la conducta desviada y en el hecho criminal, para intentar evitar, en lo posible, futuros comportamientos violentos.

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