28/6/20

Cómo sobrevivir a los amores con psicópatas [28-6-20]


Cómo sobrevivir a los amores con psicópatas

Cómo sobrevivir a los amores con psicópatas

Dr. Iñaki Piñuel Psicólogo y autor de 'Amor Zero, cómo sobrevivir a los amores con psicópatas'


“La pareja víctima de un psicópata no le elige, sino que es seducida, embaucada, engañada, manipulada, bombardeada de amor, porque la técnica del amor zero –que es la del psicópata en la relación de pareja– es siempre la misma: es un caballo de Troya que entra en el alma de su víctima, y ante eso ésta no puede más que caer rendida y enamorada”

Los psicópatas están por todas partes; de hecho, se estima que al menos el 1% de la población tiene una personalidad psicopática, caracterizada por una carencia absoluta e irreversible de emociones y, a consecuencia de ello, por la incapacidad de sentir amor, empatía, o remordimientos. El Dr. Iñaki Piñuel, psicólogo experto en el estudio y tratamiento del abuso y acoso psicológico, como el mobbing o el bullying, explica en su nuevo libro, Amor zero, cómo sobrevivir a los amores con psicópatas (Editorial La esfera de los libros, 2016), cómo identificar precozmente a este tipo de personas, o comprobar si tu pareja es un psicópata, y ofrece las pautas a seguir para salir definitivamente de una relación sentimental tan tóxica y destructiva, evitando las recaídas, tan frecuentes tras este tipo de rupturas ya que, como advierte, “recuperarse de esta experiencia es muy difícil, y hay que considerar a la víctima del amor zero como un verdadero adicto, que está intentando desengancharse de una potente droga”.


¿Un auténtico experto en el tema como tú es capaz de reconocer a un psicópata si solo tiene un trato superficial con él, a través de las experiencias que le transmitan otras personas, o manteniendo una conversación trivial?

No. No es fácil reconocer a un psicópata, ni siquiera los que llevamos años estudiándolos; es más, los que llevamos años estudiándolos y conocemos muy bien cómo funcionan, precisamente solemos advertir de que no es fácil identificarlos, y que incluso a los expertos suelen embaucarnos, engancharnos, seducirnos…, igual que a las víctimas, porque no hay nadie que esté libre de un psicópata. El propio Robert Hare, que es el mayor experto internacional en la materia, advertía de la posibilidad de que a un experto como él también le podían enganchar y seducir, incluso psicópatas confesos y convictos, gente que estaba en la cárcel y que había cometido crímenes evidentes y había recibido sentencias y, sin embargo, él podía sentir a veces el ramalazo de empatía, porque son capaces de ‘robarte emocionalmente la cartera’. Puedes estar trabajando o estar emparejado con un psicópata sin saberlo durante años, tener familia e hijos…, y descubrirle no es patrimonio de ser más o menos experto, sino que una detenida y atenta observación de su conducta, nunca de sus declaraciones, es la que nos va a permitir –a veces, desgraciadamente, demasiado tarde– saber si estamos enganchados con un psicópata o con una psicópata en una relación de pareja.


¿Tienen cura los psicópatas?

No. No tienen cura, porque no hay remedio para este mal, que no es una enfermedad, que no es un trastorno exactamente, porque no son personas que estén delirando o que tengan alterado el juicio, o que no sepan lo que hacen. Saben lo que hacen, pero les da igual, y por eso para la psicopatía no hay cura. Además, la psicoterapia en estos casos funciona al revés; es decir, que sabemos que cuando hacen terapia envuelven al terapeuta, le manipulan, y aprenden nuevos trucos de la terapia para manipular a otras personas… En definitiva, que la terapia funciona al revés para ellos. El drama suele ser que, por ejemplo, cuando acuden a terapia de pareja un psicópata y su víctima, el que se gana al terapeuta es el psicópata, y no la víctima y, por tanto, esa terapia de pareja es una revictimización.


Si no es una enfermedad… ¿Es la psicopatía entonces un rasgo de la personalidad?

No. Es una forma de existir, es una personalidad en sí misma, una personalidad sin alma, una persona sin empatía, sin emociones, con indiferencia, frialdad extrema…; es decir, alguien muy peligroso porque es un depredador intraespecie, que vive de su víctima a nivel emocional, energético o, a veces, económico.


Salvo raras excepciones, el amor a los hijos es universal en la raza humana. ¿Aman los psicópatas a sus hijos como el resto de las personas?


No. Los psicópatas no aman a nadie, ni a sus hijos, ni a sus parejas, ni a sus padres. A nadie. Los utilizan, los depredan, los usan y, una vez usados, los dejan caer. El hecho de que no quieran a sus hijos resulta repulsivo para un ser humano normal, pero están incapacitados para amar; no es un problema de elección, es que no pueden, no tienen función emocional, no tienen apego, no sienten cariño, no sienten piedad, no sienten compasión… Hasta se ríen de los demás, porque son tan fríos que les hace gracia que las personas normales tengamos emociones. Dicen ‘mira, yo le digo esto y se siente culpable o se echa a llorar. Funciona’, y ensayan ese tipo de comportamientos.


Elegir a un psicópata como pareja


Hay personas que tras una ruptura amorosa con un psicópata o un maltratador, eligen de nuevo una pareja con características similares. ¿Es porque no se han repuesto del daño psicológico que han sufrido, o existen características de la personalidad que nos pueden hacer más propensos a sentir atracción por este tipo de relaciones?


No es porque elijan, esto es muy importante subrayarlo, porque la víctima no elige exactamente, sino que es seducida, embaucada, engañada, manipulada, bombardeada de amor, porque la técnica del amor zero –que es la del psicópata en la relación de pareja– es siempre la misma: es un caballo de Troya que entra en el alma de la víctima, y ante eso ésta no puede más que caer rendida y enamorada. Cree que está enamorada –de hecho, lo está–, pero la persona de la que está enamorada es una fachada, es una personalidad de cartón piedra construida por la capacidad del psicópata de leer las debilidades de la víctima, las vulnerabilidades, las heridas, y colocarse a la inversa, representando aquello que sería la solución a todos esos males o heridas, como una falsa personalidad. La víctima tiene la sensación de encontrarse ante su alma gemela, ante el amor de su vida y, por tanto, no puede evitar “elegir” –entre comillas–, ya que no elige libremente, sino bajo un potente influjo hipnótico, que es el que estos psicópatas integrados generan y ejercen sobre sus víctimas. ¿Y por qué la víctima cree ver un alter ego, un otro yo, un alma gemela? Porque el psicópata ha elaborado, ha pergeñado, ha fabricado esa personalidad, ‘al gusto’ de lo que ha leído en su víctima. Si tú necesitas un padre porque no tuviste padre, o porque fue un padre frío e indiferente, él se convierte en un padre, si no tuviste una madre amorosa, se convierte en una madre, si no te dieron cariño, sexo, etcétera, en una relación anterior, te va a dar sexo hasta el final; es decir, todo lo que presenta el psicópata en esa fachada es un artefacto, y por eso se produce el problema de la adicción al psicópata. A la víctima, incluso una vez que sabe que su pareja es un psicópata, no le resulta fácil desengancharse de él o de ella, porque sigue acordándose de esa máscara que cree que es la verdadera persona, cuando lo que hay detrás de esa máscara es una persona fría e indiferente, que calculó el momento adecuado, el momento de mayor vulnerabilidad, para entrar en la vida de la víctima y depredarla. Por eso las víctimas de un psicópata tienen una disonancia cognitiva y no saben a qué carta quedarse, no saben si de verdad están con un psicópata, o si son ellas las culpables, o si han hecho algo para que el psicópata les deje, etcétera.


¿Es posible que dos psicópatas se emparejen?

No, porque dos polos positivos no se atraen, y necesitan a alguien del que vivir. Un psicópata no va a emparejarse con alguien al que no le puede robar nada, ni depredar nada. Un psicópata, por definición, es alguien que no tiene reciprocidad de ningún tipo. En la relación de pareja con un psicópata las víctimas dan, y dan, y nunca recogen nada. Es dramático, y a veces la víctima se llega a preguntar si es ella la psicópata, pero esto es muy fácil de averiguar: solo tiene que preguntarse quién depreda a quién, quién se aprovecha de quién, quién vive de quién, quién utiliza a quién, quién engaña a quién, quién miente a quién. Son preguntas muy concretas, cuyas respuestas demuestran claramente qué tipo de persona tienes como pareja.


Dices que el plan psicopático es siempre trazado hasta el más mínimo detalle con premeditación; en ese caso… ¿Es imposible que un psicópata improvise con éxito sobre la marcha, adaptándose a la persona a la que desea manipular o a situaciones inesperadas?

Sí, claro que puede improvisar sobre la marcha, pero muy frecuentemente son años de observación atenta lo que hay detrás de un ataque, especialmente cuando la víctima y el psicópata pueden conocerse desde hace tiempo. Y se puede comprobar que el enganche se produce en el peor momento para la víctima, en un momento de alta vulnerabilidad, de alta emocionalidad, de carencia, como la desaparición de un familiar, una situación laboral complicada, algo que hace que la víctima está en una situación de gran dependencia o de vulnerabilidad. Aprovechan los momentos difíciles y complicados, las experiencias extremadamente dolorosas de la vida, para presentarse como el salvador, la persona que es la respuesta a sus oraciones.


Cómo recuperarse del amor psicopático


Explicas en el libro que tras la ruptura sentimental es muy frecuente volver a recaer –una media de siete veces– si el psicópata decide no terminar definitivamente con la relación. ¿Pero, si ha encontrado a otra víctima propiciatoria, o su ex pareja ya no se deja manipular como antes, por qué esa insistencia en seguir presente?

Porque los psicópatas no se dejan dejar. El psicópata no quiere que le dejen, no lo admite, y cuando la víctima, por ejemplo leyendo Amor zero, cae en la cuenta de que puede estar con un psicópata, y decide cortar la relación, el psicópata va a intentar regresar una y otra vez a su vida. ¿Por qué? Porque quieren chequear que ya no haya nada que depredar. Hasta que no se convenzan de que la otra persona ha quedado totalmente destruida no la abandonan del todo; si todavía tiene un potencial de parasitación, aunque sea de un pequeño porcentaje, van a seguir parasitando a la víctima. De hecho, suelen tener dos o tres víctimas en paralelo, porque no tienen ninguna moral, ni ética. El problema es que la víctima desconoce esa triangulación o que, incluso cuando la conoce, le genera mayor adicción o deseo del psicópata.


¿Cuál es el tratamiento o terapia indicados para las personas que se encuentran emocionalmente devastadas tras una relación con un psicópata?


Explicas en el libro que tras la ruptura sentimental es muy frecuente volver a recaer –una media de siete veces– si el psicópata decide no terminar definitivamente con la relación. ¿Pero, si ha encontrado a otra víctima propiciatoria, o su ex pareja ya no se deja manipular como antes, por qué esa insistencia en seguir presente?

Porque los psicópatas no se dejan dejar. El psicópata no quiere que le dejen, no lo admite, y cuando la víctima, por ejemplo leyendo Amor zero, cae en la cuenta de que puede estar con un psicópata, y decide cortar la relación, el psicópata va a intentar regresar una y otra vez a su vida. ¿Por qué? Porque quieren chequear que ya no haya nada que depredar. Hasta que no se convenzan de que la otra persona ha quedado totalmente destruida no la abandonan del todo; si todavía tiene un potencial de parasitación, aunque sea de un pequeño porcentaje, van a seguir parasitando a la víctima. De hecho, suelen tener dos o tres víctimas en paralelo, porque no tienen ninguna moral, ni ética. El problema es que la víctima desconoce esa triangulación o que, incluso cuando la conoce, le genera mayor adicción o deseo del psicópata.


¿Cuál es el tratamiento o terapia indicados para las personas que se encuentran emocionalmente devastadas tras una relación con un psicópata?


Nosotros desarrollamos lo que denominamos ‘talleres de recuperación emocional para víctimas de amor zero’, porque recuperarse de esta experiencia es muy difícil, y hay que considerar a la víctima del amor zero como un verdadero adicto, que está intentando desengancharse de una potente droga; y aunque sepa que su pareja es psicópata, y que está siendo destruido por él o ella, no es fácil que esa persona se desenganche por sus propios medios. Tenemos terapia individual, y terapia de grupo, y utilizamos la técnica de los doce pasos, que es la que se emplea en el caso de las adicciones, porque esto es una verdadera adicción. Hay tres elementos que facilitan la recuperación: el primero es la aplicación de la técnica del contacto zero. Con los psicópatas no se puede ganar nunca, y la única forma de no perder con ellos es no jugar, y no jugar significa no mantener ningún contacto de ningún tipo. Esto se dificulta a veces cuando hay hijos por medio, porque es necesario algún tipo de contacto, pero siempre hay que buscar el contacto mínimo, y especialmente el contacto visual cero, porque el contacto visual es hipnótico, y muchas veces vuelven a enganchar por ahí a las víctimas. El segundo consiste en la aplicación de la terapia EMDR, que es una terapia centrada en el estrés postraumático, que busca o pretende desensibilizar del trauma y reprocesar el trauma. No hay que olvidar que este tipo de individuos en la relación de pareja generan un trauma formidable, un trauma que no es maltrato físico, que rara vez utilizan –rara vez tienen que pegar a las víctimas porque no les hace falta–, pero la convivencia con una personalidad tan alterada va erosionando, minando, quebrando la resistencia psicológica, y llega un momento que tienen un cuadro postraumático, que es el cuadro característico de las víctimas de graves ataques como una violación, un atentado terrorista…, de acontecimientos terribles que no son comunes en la experiencia humana. Y la tercera pata es el paso del tiempo. Tiene que pasar tiempo, y pretender salir de una relación con un psicópata, sacudirse el polvo, y volver a otra relación, es utópico. No es fácil. Lo normal es que no enganchen después con ninguna pareja porque ningún ser humano les resulta ya ni parecido emocionalmente a la intensidad pasional que genera un psicópata, y por eso todo les parece una sosería, y te dicen ‘bueno, lo he intentando con un chico, o con una chica, pero no puedo, sigo pensando en el otro, sigo pensando en que no hay nada parecido…’; es decir, la víctima tiene además el problema de no poderse emparejarse durante un tiempo porque compara a una persona normal que no le va a manipular, que no le va a intentar seducir con artimañas, que no le va a bombardear erótica y sexualmente, con aquel otro que le ha encantado, pero manipulándolo.

Y luego la desconfianza porque el “gato escaldado del agua fría huye”, y la persona que ha sufrido a un psicópata, ya ve psicópatas por todas partes, y llega un momento en que cuando conocen a personas normales con las que podría empezar a salir, con el más mínimo roce, o la más mínima sospecha, están ya proyectando ese problema y rompen las nuevas relaciones con mucha facilidad, establecen relaciones muy quebradizas.


¿Y las personas del círculo íntimo del afectado, que seguramente se den cuenta mucho antes de que su pareja es un psicópata, pueden ayudar de alguna manera?


No tienen nada que hacer. Es muy raro, porque todo el mundo alrededor de la víctima ve lo que está pasando, menos la víctima. La víctima está enamorada, embelesada, en un trance hipnótico, y por más que los demás quieran despertarlo…, es una gestión imposible. Muchas veces la gente compra estos libros para regalárselos a su hermana, a su familiar… Y yo les advierto de que no cuenten con que eso vaya a tener ningún efecto, porque tienen que llegar, como digo yo, “a últimas”; tienen que llegar al límite de su capacidad de sufrimiento, tienen que hartarse de sufrir para decidir dejar de sufrir. Las personas que recibimos en nuestro instituto, que está especializado en este tipo de víctimas, cuando llegan a vernos están destruidas. Ya saben que su pareja o ex pareja es un psicópata, y lo saben desde hace mucho tiempo, pero el problema es que no pueden más, y por más que lo han intentado dejar no lo han conseguido.

Además, como también explico en un capítulo del libro, existe el eterno retorno del psicópata, que vuelve, y vuelve, y vuelve…, y cada vez la víctima retrocede a la casilla cero y empieza el proceso de duelo desde el principio. Haber mantenido una relación sentimental con un psicópata es una de las experiencias emocionales más terribles que puede experimentar un ser humano. Yo, que me dedico al mobbing y al bullying desde hace años, pensaba que atendía a las víctimas más abandonadas del mundo, porque la víctima de acoso laboral también tiene estrés postraumático, y los niños que sufren bullying igual, pero esto es superior todavía.


Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. ¿Es posible vengarse de una pareja o ex pareja psicópata? ¿Qué es lo que duele o molesta especialmente a este tipo de personas?


Yo recomiendo que no lo intenten, que la mejor venganza para un narcisista maligno o un psicópata es ignorar su existencia. Odiar es un problema porque, primero, el odio es un veneno que tú bebes para que le haga daño a otro –una frase que escuché hace muchos años y es muy cierta–, y además hay que tener cuidado, porque los psicópatas derivan una cierta energía del odio y del resentimiento; les encanta ser odiados porque interpretan: ‘eso es que sigue pensando en mí…’. Así que lo mejor en mi opinión, y la conclusión a la que hay que llegar, es que la mejor venganza que una víctima puede emprender contra un psicópata es ignorar su existencia y hacer vida como si nunca hubiera existido esa persona; esto no pueden con ello los psicópatas. Cuando se ven ignorados, cuando se ven reducidos al contacto zero, esto les revoluciona, y por eso vuelven con la víctima –es perverso lo que hacen– solamente para volver a engancharla y que vuelva a sufrir, para demostrar así su poder sobre ella, y que son capaces de seducir y enganchar de nuevo, y volver a abandonar a la víctima; es algo así como ‘te la puedo volver a hacer otra vez más; si quiero, puedo dominarte otra vez’. Por eso, pueden pasar seis meses o un año tras la ruptura, y llaman o se hacen los encontradizos…

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