24/11/18

Las neurociencias ayudando a comprender las mentes de los psicópatas y sádicos [24-11-18]

Las neurociencias ayudando a comprender las mentes de los psicópatas y sádicos

Las neurociencias ayudando a comprender las mentes de los psicópatas y sádicos


psyciencia.com

Las películas, series y libros que tratan sobre asesinos seriales muchas veces pueden confundirnos sobre las verdaderas características de una persona que tiene alguna psicopatía. Este artículo, originalmente publicado en TIME Healthland, clarifica y diferencia distintos trastornos que pueden llevar a una persona a la delincuencia y que  a veces pensamos, son características de un solo desorden mental. Profundiza sobre las particularidades de cada uno y sus posibles  raíces y tratamientos.

Una forma de averiguar cómo se puede tildar a alguien de psicópata, es contrastarlo con otras personalidades anormales. En un estudio reciente, dirigido por Jean Decety, un profesor de psicología y psiquiatría en la Universidad de Chicago, investigadores observaron un rasgo de personalidad a menudo confundido con la psicopatía: el sadismo sexual.


El psicópata vs. el sádico

El típico asesino serial de hollywood combina rasgos psicopáticos (frío calculador, falto de empatía, deleite en la manipulación) con la alegría y el placer erótico que el sádico obtiene del dolor de los demás. Pero en la realidad, estos rasgos pueden ser bastante distintos. “Si miras películas, hay gente que es ambos, como Hannibal Lecter” dice Decety. “No estoy seguro de que eso es lo que tenemos en el mundo real.”

Decety y sus colegas publicaron recientemente un estudio sobre el escáner cerebral de 15 delincuentes sexuales violentos, 8 de los cuales fueron clasificados como sádicos sexuales. Los investigadores excluyeron  deliberadamente a los psicópatas con el objetivo de encontrar diferencias cerebrales únicas del sadismo.

Se les mostró a los participantes imágenes que implicaban o no, dolor (por ejemplo, una foto de una persona apuñalando a una mesa o a la mano de otra persona con tijeras, o una imagen de alguien golpeando la puerta de un auto y pegando o no a otra persona).

Cuando veían las imágenes de dolor, los sádicos mostraban mayor activación en la amígdala- un área del cerebro asociada con emociones fuertes- comparados con otros delincuentes sexuales. Es más, los sádicos clasificaron el dolor experimentado por la víctima como más intenso que los no sádicos. Y cuánto más intenso pensaba el sádico que el dolor era, mayor era la activación en otra región del cerebro llamada la ínsula, que está involucrada en el monitoreo de los sentimientos y estados del cuerpo de uno.


“Cuando sentís algo como disgusto, dolor, placer, incluso un orgasmo, la ínsula juega un rol crítico para traer esas emociones corporales a la conciencia,” dice Decenty.

El estudio de Decety sugiere que los sádicos parecen estar especialmente atentos a lo que sus víctimas sienten- de hecho, lo experimentan vicariamente y los despierta. Los psicópatas, por otro lado, tienden a ser indiferentes a las emociones de otros. “Si vivís con un psicópata y lloras porque esa persona fue desagradable con vos, eso probablemente a él no le importe. No lo conmueve  ni le interesa, porque no siente nada sobre lo que vos sentís” dice Decety. “Los sádicos sí sienten. Ellos entienden que la victima está sufriendo.”


Psicopatía versus Trastorno de personalidad antisocial


En otro nuevo estudio, orientado a elucidar cómo trabaja el cerebro psicópatico, investigadores del King’s College London exploraron las diferencias entre las personas con psicopatía y aquellos con otro peligroso tipo de personalidad: el trastorno de personalidad antisocial (TPA). El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), manual diagnóstico de los psiquiatras, ve a la psicopatía básicamente como el tipo más extremo de TPA, pero crecientemente, los investigadores sugieren que son cosas separadas. “Nadie ha hecho jamás un estudio [de imagen cerebral] contrastando gente con TPA y con psicopatía,” dice el autor principal Nigel Blackwood.

Blackwood describe a las personas con TPA de esta forma: “Son impulsivos, irritables y extremistas. Usan la  agresión reactiva, como el clásico escenario de riña de pub cuando ven una amenaza donde puede no existir y usan la violencia para “resolver” la situación. Una vez que eso está hecho, pueden experimentar algún grado de arrepentimiento o remordimiento. Pueden sentir culpa. Experimentan mucha ansiedad y depresión y abuso de sustancias,” dice él.

Los psicópatas, en contraste, pueden ser igual de violentos y agresivos- y también es probable que frecuentemente tomen drogas- pero no sienten remordimiento y planean fríamente sus ataques.

Otra diferencia: ambos, aquellos con TPA y con psicopatía tienden a haber experimentado maltratos durante la infancia, pero a diferencia de las personas con TPA, los psicópatas no tienen síntomas de trastorno de estrés postraumático como resultado de esto.  Absolutamente lo opuesto: los psicópatas tienden a experimentar poca ansiedad y prácticamente nada de miedo.

Solo comparado con los individuos con TPA, el estudio del escaneo cerebral encontró que los psicópatas tienen reducido volumen en una región del cerebro llamada anterior rostral de la corteza prefrontal y en otra área conocida como el lóbulo temporal. Estas regiones son importantes para la comprensión de nuestros propios sentimientos y pensamientos así como tambien la mente de otros.

“Ambas áreas están involucradas en el proceso de pensamiento sobre vos mismo y otras personas al mismo tiempo para resolver sus intenciones, estado emocional y deseos,” dice Blackwood. Mientras que los psicópatas claramente requieren un cierto sentido de lo que otros piensan y sienten que les permita manipular a la gente, los daños aquí podrían explicar su propia falta de emoción y de la indiferencia a la de sus víctimas.

El trabajo de Decety y el de otros, ha mostrado diferencias entre psicópatas y personas normales en una zona cercana al área prefronal, la corteza prefrontal ventromedial. “Esta región es [usada] con el objetivo de combinar emoción y cognición para tomar decisiones,” dice Decety, notando que los individuos con daño cerebral allí, pueden convertirse en jugadores patológicos o realizar repetidas malas decisiones. Sin la corteza prefrontal ventromedial, las consecuencias negativas no parecen afectar el comportamiento.

Los psicópatas, por supuesto, son bien conocidos por su resistencia a los castigos. Su falta de miedo significa que no se preocupan por el dolor físico o el daño, y su falta de preocupación por los sentimientos de otros significa que los castigos sociales no funcionan tampoco con ellos.  Si no te importa si herís o decepcionas a la gente- y no te molesta el rechazo- no te vas a sentir apenado o con culpa o avergonzado, y consecuentemente no estarás motivado a evitar esos sentimientos.


¿Dónde comienza una psicopatía?


Las raíces de todos los tipos de comportamiento antisocial parecen estar establecidos en la infancia temprana, habría una predisposición genética que interactuaría con la crianza- o, típicamente en estos casos, una falta de la misma- como determinantes del desarrollo.

Algunos niños parecen haber nacido con leves tendencias antisociales: son difíciles de disciplinar y tienen un autocontrol dañado. En efecto,  para garantizar un diagnóstico de TPA, las conductas antisociales deben comenzar temprano en la vida,  en lo que se denomina trastorno de conductas de la niñez, y ser caracterizado por conductas desafiantes y a veces comportamiento cruel.

La mayoría de los niños con Trastorno de conductas de la niñez no crecerán para convertirse en psicópatas, al menos un tercio supera el diagnóstico completamente; ni siquiera desarrollan TPA. Pero un pequeño grupo muestra una temprana falta de miedo e indiferencia hacia otros, lo cual es más problemático. Estos niños, que son caracterizados con rasgos monstruosos/ sin emociones, están en mayor riesgo de convertirse en psicópatas.

El sadismo sexual también parece tener raíces de desarrollo temprano. “Lo que yo hubiera predicho es que esta clase de comportamiento tiene sus orígenes muy temprano en la infancia. La forma en que son tratados o abusados los bebés puede tener consecuencias a largo plazo en el desarrollo de las vías para el placer y el dolor,” dice Decety. Cuando los niños pequeños, que dependen de sus cuidadores, son abusados,  no tienen más remedio que amar a las personas que los están lastimando. “El cuidador está infligiendo dolor y vos  a su vez  amas a esa persona, se puede desarrollar una relación rara donde el dolor se transforma en placentero,” dice Decety. “Lo que es importante darse cuenta es que las vías del cerebro involucradas en el procesamiento del dolor y las vías relacionadas con el placer están vinculadas. Tienen que superponerse en cierta medida. Es por eso que si en el desarrollo algo va mal y mezclas los dos, [podes] buscar placer desde el dolor.”


¿Puede curarse la psicopatía?


Los psicópatas adultos no temen el dolor del castigo y, similarmente, no les molesta el dolor social. Los niños con rasgos crueles/ sin emociones son iguales y, como resultado, extremadamente difíciles de manejar. Mientras un trastorno de conducta simple puede resultar de tener tendencias antisociales y ser criado en un hogar violento o caótico- y puede por lo tanto a menudo ser ayudado remediando esa situación-  los trastornos de conducta con rasgos crueles/ sin emociones parecen tener una fuerte base genética y ser más intratables.


“Los programas de tratamiento para trastornos de conducta son muy buenos, pero los grupos de personas crueles/sin emoción no responden a cosas como los castigos, el rincón del desobediente o el tiempo fuera,” dice Blackwood. De igual manera, los psicópatas son más difíciles de reformar que los adultos con TPA.

Dado que no responden a los castigos, los tratamiento basados en recompensas funcionan mejor para niños crueles/sin emociones, incluso cuando parece ir en contra de la intuición de uno con respecto a los niños que peor se comportan. “Tenemos que abrir los ojos sobre  lo que nos dicen las neurociencias,” dice Decety. “Tenemos intuiciones [acerca de lo que funcionará], pero a menudo están mal y no son precisas.”

Como resultado, Blackwood y muchos otros expertos separan diagnósticos para enfatizar las diferencias entre los adultos con trastorno antisocial de la personalidad y los psicópatas, o en niños, aquellos con trastornos de conducta ordinarios y aquellos con trastornos de conducta y rasgos crueles/sin emociones.

“En el DSM-5 [la actualización pendiente del DSM], se ve razonablemente claro que habrán especificaciones  para trastornos de conducta con y sin rasgos crueles/sin emociones, pero no hay equivalencia para los adultos. Todavía está agrupado todo junto como TPA, y yo  creo que es importante desentrañar este grupo,” dice Blackwood. Esto será especialmente importante dado que etiquetar a un niño como potencial psicópata podría tener efectos severamente negativos en su futuro.

Por supuesto, estas clasificaciones no dicen nada sobre por qué una persona se convierte en psicópata mientras que otra se transforma en antisocial, o por qué algunos sádicos desarrollan un gusto por el masoquismo también. La investigación de Decety no incluye a los sádicos que no son delincuentes sexuales- pero le gustaría estudiar las diferencias entre las personas que se comprometen en comportamiento consensuados y no consensuados. Los investigadores están estudiando también el curso de vida de niños identificados con trastornos de conductas con rasgos crueles/sin emoción. Descubrir lo que diferencia al grupo de los que se convierten en psicópatas del de los que logran dominar o superar estos rasgos puede ayudar a prevenir algunos de los peores comportamientos criminales.

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